Hace años escuche esta leyenda, y ahora puedo decir que
creo en ella plenamente. Trata de un amor trágico, entre un ángel y un humano.
Ralos, el dios de la luna, y Anul, la diosa del sol,
convivían en paz en su reino oculto en las nubes, tenían a cargo del mundo a
miles ángeles, pero la más hermosa de todos era el ángel de la muerte. Este
ángel de piel pálida, ojos completamente negros, y largo cabello blanco, era el
favorito de los dioses, pues siempre cumplía su trabajo sin margen de error y
siempre decía lo que opinaba.
Anul, quería a este ángel como si fuera de su familia, caso
igual el de Ralos, que aunque no lo dijera estimaba al ángel de grandes alas
blancas.
El único problema de este ángel era que le gustaba observar
a los humanos, ya fuera de lejos en las nubes, o de cerca oculta entre las
sombras; y mientras más veía a los humanos, mas aprendía de ellos… y de sus
destructivas emociones.
Cierto día llego a un pueblo, un humano que llamo su
atención, no solo por ser diferente a los demás en muchos sentidos, sino
también por que llego a verla, algo que nunca antes había sucedido. Paso días
incalculables siguiendo sigilosamente a ese humano, sin saber que había caído
en una emoción humana muy hermosa, pero también peligrosa.
El
amor.
Un día como de costumbre, haciendo su trabajo de guiar las
almas puras al reino en los cielos, se encontró cara a cara con el humano que
tanta intriga le daba, seguido de dos personas más, un
chico y una chica más atrás de él, el humano al verla quedo sorprendido, y el
ángel sin pensarlo… lo ataco.
El humano, más que esquivar su ataque contraataco, con un
destello de luz dorada saliendo de sus manos; era algo increíble lo que el ángel
estaba viendo, ese hombre era capaz de desempeñar la magia a su antojo, algo
muy poco común en esos tiempos. El ángel con gran rapidez esquivo el ataque y
escapo de allí con un solo batir de sus alas.
Aquel
humano, le intrigaba ahora más que nunca.
Pasaba todo el tiempo que podía observándolo, y llego hasta
el punto en que llego a descuidar su trabajo. Anul y Ralos estaban preocupados
por la hermosa ángel, hasta que la descubrieron, observando desde una nube
solitaria, a aquel intrigante hechicero.
Al principio no daban crédito a lo que veían, estaban
sorprendidos que un ser de tanta divinidad fijara su mirar al suelo, mirando a
aquel humano en particular. Hasta que comprendieron mirando en sus ojos ese
brillo singular, que el ángel de la muerte se había enamorado.
Compadeciéndose del ángel, le concedieron lo que quería,
que era convivir con aquel singular humano, del cual se había enamorado. Un día
que el ángel dormía, los dioses del sol y la luna, hicieron lo acordado, dejar
que el ángel conviviera con su amado por un año. Le crearon un cuerpo a su
imagen hecho de carne y hueso, y la dejaron en el pueblo donde vivía dicho
humano.
A la mañana siguiente el ángel despertó, con la mirada de
alguien que la miraba con encanto, era el mismo humano que observaba desde las nubes, ahora él la miraba a ella con
interés escrito en su mirar. Había algo en ella que le resultaba familiar y le
atraía, y como el ángel no tenia donde vivir, se quedó con el humano que tanto
admiraba, después de tanta insistencia por parte de él.
Pasaron los días, y se enamoraban cada vez más y más el uno
del otro, y cierto día se unieron definitivamente como muestra de su amor.
Vivían muy felices los 2, acompañados claro de los familiares mágicos del mago.
Y cierto día ambos descubrieron con felicidad, que el ángel traería a la vida a
un ser dentro de su vientre. El ángel y el mago eran muy felices, pero los
meses pasaban, y el año que los dioses le otorgaron al ángel pronto terminaría.
El ángel era consciente de esto, pero no le tomo
importancia, quería disfrutar los momentos que le quedaran junto a su amado y
muy pronto, su linda bebita. Finalmente el día llego, el ángel daría a luz,
pero ese mismo día se cumplía ya un año desde que el ángel estaba en el pueblo
humano. Fue doloroso, pero al fin, su hija había nacido, se sentía feliz al
igual que su amado humano; pero el tiempo estaba contado, una lágrima luminosa
salió de su ojo y se despidió con pesar de su amado.
Su cuerpo dejo de sentir dolor, y lo último que vieron sus
ojos fue la suplicante cara de su humano, quien le pedía que no lo abandonase
entre lágrimas y con su hermosa hija en brazos. Todo se volvió negro y luego de
unos minutos su visión volvió, solo para ver una escena desgarradora, su amado
sostenía entre sus brazos a su pequeña hija, la cual lloraba desconsolada, y se
aferraba a su cuerpo humano inerte en el suelo; más lágrimas luminosas
corrieron por sus mejillas y antes de que el humano pudiera voltear a verla,
escapó con el batir de sus alas, hacia el cielo, donde los dioses la esperaban.
Anul y Ralos lo habían presenciado todo con pesar, y apenas
el ángel de la muerte volvió al reino de los cielos, la consolaron lo mejor que
podían, le prometieron que velarían por el bienestar de su hija y de su amado,
a cambio ella tendría que volver a su trabajo de guiar almas puras al reino de
los cielos. Y así lo hizo.
Pero cada momento que tenía libre, vigilaba que su hija
estuviera sana y salva, y admiraba con el pasar de los años como su hija crecía
hasta convertirse en una hermosa e inteligente joven.